La única motivación y pasión que me mueve a hacer lo que actualmente hago es la gloria de Yahwéh Jesucristo, y ver vidas transformadas por el poder del evangelio eterno.
Nuestra Misión y Visión
Misión
Formar una familia de discípulos para vivir y servir como Jesucristo
Ro. 8:29; 1 Cor. 15:49; 2 Cor. 3:18; 1 Jn. 3:2; Ef. 2:10
Visión
Ser la familia de Dios, donde cada hijo (a) tendrá un hogar, un ministerio y una herencia, para bendecir a todas las familias de la tierra
Génesis 1:27-30; 9:1-2; 12:2-3; Salmo 8:6
Somos renovados en Jesucristo
Una mente renovada ya no se opone a la revelación de la Palabra con razones y argumentos que perturban la paz del espíritu con pensamientos confusos, ni se jacta de su propia sabiduría. Una voluntad renovada ya no es independiente de Dios, ya no es dura y orgullosa, sino que decide según los dictados del Espíritu dentro del espíritu. Una voluntad renovada es una voluntad que ha sido quebrantada, molida, separada, triturada, aplastada y debilitada del deseo natural de resistir la perfecta voluntad de Dios. Dios la ha amansado, haciéndola perder su naturaleza agreste y díscola. El cuerpo de un hombre espiritual (renovado) está igualmente sujeto al espíritu por medio del Espíritu.
El cuerpo al ser limpiado con la preciosa sangre de Cristo, sus pasiones y placeres han sido absorbidos por la cruz, de modo que ya no obedece a sus concupiscencias, ahora puede servir a las órdenes del espíritu a través del alma. Ahora ya no induce al alma a sus antiguos pecados. Por supuesto, gracias a la voluntad renovada, que tiene una completa autoridad sobre el cuerpo.
Estamos siendo sostenidos por el mismo que sostuvo a Jesús en el desierto hasta llegar a la cruz
La misma persona y el mismo poder que operó en Jesucristo, resucitándolo y sentándolo en los lugares celestiales a la diestra del Padre, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y que sometió todas las cosas bajo los pies del Cordero, esa misma persona y poder opera en la iglesia.
Somos una Iglesia que busca la presencia de Yahweh, quien nos sostiene y nos permite llevar el evangelio a cada corazón dispuesto a escucharlo.