Maritza E. Ruano

Secretary

Nací en la ciudad capital de Guatemala, en medio de una familia que desde pequeña me enseñaron que había un Dios en los cielos, era como un altar o una inscripción que tenían los religiosos Atenienses que decía: AL DIOS NO CONOCIDO (Hechos 17:22-28). No puedo jactarme en decir que yo busqué al Señor Jesucristo, fue El quien vino a buscarme para salvarme, yo no preguntaba por Él ni le buscaba ni invocaba Su nombre, pero El siempre me extendió sus manos para que le conociera y le recibiera como mi único y suficiente salvador (Isaías 65:1).

Mi experiencia para conocer al Señor se presentó en medio de una gran depresión, en ese momento el único recurso era acabar con mi vida, pero los planes del Altísimo eran sacarme del pozo de la desesperación y del lodo cenagoso y poner fundamento sobre mis pies y enderezar mis pasos. Puedo decir con toda convicción que la fe en Jesucristo no es una ilusión, Dios es fiel y es personal, está vivo, ve, oye y obra oportunamente con justicia y amor. No hay que buscar entre los muertos al que vive y reina porque se ha sentado a la diestra del Padre. Ahora puedo gritar y decir que Yahwéh Yahshúa Jesucristo es mi luz y mi salvación, la fortaleza de mi vida, mi pronto auxilio, y mi libertador.

Es maravilloso saber que Elohim Adonaí es poderoso para abrir caminos de liberación cuando todo parece perdido y bloqueado (Isaías 43:16; Zacarías 4:7). Puedo testificar con satisfacción que ahora mi cantico es de un corazón profundamente agradecido, y ahora puedo amar a Jesucristo porque El me amó primero (1 Juan 4:19).

La gratitud, es el secreto de un corazón en donde el amor de Dios ha sido derramado por el Espíritu Santo. La valentía que tengo para identificarme con Jesús y su causa es porque El también se solidarizó conmigo en la cruz del calvario. En los ojos de Jesús tengo el mejor espejo, y siempre veo la gran oportunidad de convertirme en una mujer productiva para el reino de Dios. Mi adoración es sin vergüenza, porque brota de la gratitud de un corazón hecho pedazos por el pecado.

Muchas veces se comete el error, de pensar que la gente con una buena vida y reputación son los que tienen la mayor capacidad para amar, pero eso no es verdad, las personas que más aman son aquellos que han tenido que enfrentar grandes desgracias y abrirse paso frente al rechazo (Lucas 7:40-50). La falta de amor es la incapacidad de un corazón de ver su condición. A la edad de 21 años llegamos a los Estados Unidos de Norte América con mi esposo Juan Ruano y mi hijo mayor con 5 meses de edad, buscando la prosperidad material. Sin embargo, la Escritura dice que Dios ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de nuestra habitación, para que le busquemos y podamos encontrarlo, aunque ciertamente El no está lejos de ninguna persona (Romanos 10:6-13). Los peróodos de nuestra historia y las fronteras en las que hemos de habitar han sido señalados por el Eterno.

Él nos da poder para vivir y movernos, y para ser lo que somos, puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos, nada sucede al azar ni por contingencia. Fue un 9 de Enero del 2005 que tuve un encuentro personal con el Creador y Salvador del mundo, Jesucristo. Actualmente tengo el enorme privilegio de conocer y servir a Yahshúa, cantarle, predicar la Palabra, trabajar como secretaria de la Junta Directiva, y ser parte de los líderes fundadores de la organización la Familia de Dios.

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