Dagoberto Arévalo

Director

Todos tenemos una experiencia de nuestro encuentro con el Señor Jesucristo y también vivencias del peregrinaje que nos ha tocado vivir para entender y lograr el propósito de haber nacido en el planeta tierra. Solamente quiero compartir las experiencias más sobresalientes que han marcado mi relación con el Señor Jesucristo. El apóstol Pablo fue alcanzado por Dios siendo un rebelde obstinado, camino a Damasco. Yo estaba dentro del grupo de personas que no me interesaba conocer ni buscar al Eterno, no lo perseguía ni tampoco preguntaba por Él, pero el buen pastor conoce a sus ovejas, y me salió a buscar y me hallo, y no fui rebelde a ese llamado celestial. Estoy dentro del grupo de los insensatos, de los débiles, de los necios, de lo vil del mundo y de lo menospreciado, a fin de que nunca me pueda jactar en la presencia de Dios (1 Corintios 1:25-31; Lucas 14:16-24).

Puedo decir con convicción que Dios honra lo que es común, lo que no es, para deshacer todo aquello que se cree importante. Al Dios salvarme y llamarme desbarató los criterios del mundo, no calificaba por mérito propio para ser salvo ni mucho menos para ser un siervo. Pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo (Gálatas 6:14). ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda totalmente excluida gracias a la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo. Hay experiencias de mi vida que no es bueno ni recordarlas, pero puedo decir con seguridad que Cristo Jesús vino a este mundo para salvar a los pecadores del castigo que merecen, ¡y yo soy el peor pecador de todos! Pero Dios fue bueno y me salvó. Asídemostró la gran paciencia que Jesucristo tuvo conmigo. Lo hizo para que otros sigan mi ejemplo, y confíen en Cristo para tener vida eterna. Fue un día miércoles 13 de Abril de 1993 que el Señor Jesucristo me redimió y me justificó, y fui declarado inocente en el tribunal de Dios en virtud de la sangre del Cordero.

Soy un testimonio vivo de que el Todopoderoso ama a los don nadie, a los incultos, luego los escoge para que sean parte de un nuevo pueblo, y de esa manera queda claro que la salvación es por gracia y misericordia (Salmo 135:6). No hay manera humana de ganarse el favor de Yahwéh, el fundamento y la línea divisoria de esa gracia es soberana. Después de recibir al Señor Jesucristo también fui llamado a predicar la Palabra, un privilegio con el cual nunca había soñado ni imaginado (Efesios 3:20). Sin embargo, cuando el Señor me llamó a ser parte de esta organización estaba frustrado e indignado, me sentía en el valle de Acor, y quería ser parte de algo grande.

Esta nueva visión me llevo a vivir en otro nivel de responsabilidad y compromiso, y siento que por fin entre a la tierra prometida. Ese descontento divino era como un volcán en erupción que no se puede callar ni apagar. Dios me entregó una visión irresistible para realizar una campaña por todo el mundo con el poder del Espíritu Santo. Fue en el año 2008 que Yahwéh tenía una zarza personal ardiente y una asignación que cumplir. Ahora sé que el esclavo puede ser libre, que lo sucio puede limpiarse, y que los pecadores pueden volver a vivir con pureza. Dios utilizó la insatisfacción y la frustración para llevarme a vivir a una tierra que fluye leche y miel.

Nada existe para sí mismo, porque todo es parte de un propósito mayor y superior (Romanos 14:7-8; 15:1-6; 2 Corintios 5:15). Mis preguntas con el llamado de un evangelista eran: ¿Quién les va a predicar el evangelio a los perdidos? ¿Quién ayudará a los pobres? ¿Quién va a cuidar a los enfermos? ¿Quién va a visitar a los prisioneros? ¿Quién vestirá al desnudo? ¿Quién oirá al que sufre? ¿Quién dará agua al sediento? ¿Quién hará vivir en comunidad al marginado? Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje? ¿Y cómo van a anunciar el mensaje, si no son enviados? ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncias buenas nuevas! (Romanos 10:13-15).

Dios puede despertar la semilla que una vez depositó en nosotros mediante noticias agradables y desagradables (Nehemías 1:1-10; Éxodo 3:7-10). Esa gran frustración fue el catalizador para sentir el palpitar del Eterno y unirme a él para alcanzar las almas perdidas. Cada creyente en su corazón percibe un área específica en donde Dios lo invita a asociarse con Él de manera personal e intencional para cambiar esos cuadros feos que produce el pecado. También estaba frustrado con aquellos líderes que acaparaban las decisiones, que restringían a los líderes influyentes en la toma de decisiones, dirigentes que protegían sus propios intereses y agendas. ¿Cómo poder aceptar aquello que le disgusta profundamente al Señor? ¿Cómo fingir indiferencia hacia aquello que Dios tiene un compromiso profundo? Cuando el Señor me presentó este nuevo mover, escuche con los oídos espirituales el dolor de todos aquellos que viven sin esperanza y sin Dios en el mundo. Resolví con la ayuda del Espíritu Santo ser parte de la solución y no del problema, ser la sal de la tierra y la luz del mundo. El Gran Yo Soy me estaba invitando a participar en algo nuevo y glorioso. Ahora puedo decir que el Señor me ha dado una plataforma para bendecir a otros. ¡Aleluyah!

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