Autor: Rubén A. Sandoval
Presidente / Pastor Principal
INTRODUCCIÓN: El vocablo lámpara (candelero) es una figura que representa a Cristo como la luz del mundo (Juan 8:12; 9:5; Apocalipsis 21:23), es símbolo de la iglesia unida a Cristo para dar luz (Apocalipsis 1:20), es figura del Espíritu Santo impartiendo vitalidad e iluminando el entendimiento para discernir las cosas de Dios (Apocalipsis 4:5). También es una alegoría del creyente unido a Jesucristo (Éxodo 27:20; 40:24-25; 1 Juan 1:7) con dos actitudes esenciales: comunión viva con Cristo, y dependencia continúa del Espíritu Santo (Efesios 5.8). Es bueno recordar que la luz no se lleva sin esfuerzo, se necesita obediencia, trabajo, y disciplina. El camino del sacerdote cristiano es el mismo del sacerdote levita: el altar de bronce (el sacrificio de la cruz), el lavacro (restauración y limpieza del pecado que nos mancha cada día), y por último para ministrar en el Lugar Santo debían caminar a la luz del candelero.
El creyente que no busca la limpieza, y que no tiene el aceite de la presencia del Espíritu no puede ministrar ni servir, porque sin comunión no hay poder en el testimonio. Una lámpara para que sea útil y cumpla su propósito necesita aceite. Siendo que Dios ha encendido nuestra lámpara mediante la proclamación del Evangelio (2 Timoteo 1:10), el creyente ahora no debe esconderse ni dejarse apagar (Mateo 5:15-16; Salmo 18:28; Proverbios 20:27; Juan 5:35). La lámpara de la religiosidad no ayudará cuando ese día venga, no es bueno encandilarse con presentaciones superficiales del Evangelio.
Hay gente que comienzan en el Espíritu y terminan en la carne. Es un llamado al creyente descuidado, imprevisor, negligente, torpe, imprudente, y desatento. El aceite en la lámpara es la evidencia visible de la salvación, de tener la vida de Dios. El creyente debe reflejar esa luz, pero debe saber que las tinieblas seducen a deformar la imagen y semejanza de Dios, proponiendo un Dios de fabricación humana. Así que la luz de la lámpara que surge del aceite habla del trabajo del Espíritu Santo, basado en la obra expiatoria del Cordero de Dios. Ningún creyente puede dar luz sin la función vivificante que imparte el Espíritu de Dios mediante la verdad y la comunión. La clave es la tardanza del esposo. Aquí se recalca la importancia de la preparación y de vivir alertas. El aceite aquí es un elemento para mostrar que las vírgenes insensatas no estaban preparadas para la tardanza. Es la tardanza del esposo lo que distingue a un creyente prudente y a un creyente insensato. La previsión y la preparación del creyente prudente no pueden beneficiar en nada al creyente insensato cuando una crisis escatológica se asoma.
La preparación no es transferible de una persona a otra. Los dos grupos tenían el mismo pensamiento, recibir al esposo y ser aceptadas, no sólo en el cortejo nupcial, sino en la entrada al lugar donde se celebrarían las bodas. Esta parábola fue la respuesta de una pregunta que hicieron los discípulos a Jesús con relación a las señales que habrían de suceder con su segunda venida. Es bueno recordar que aquí Jesús está tratando con el pueblo de Israel y el misterio de la iglesia todavía no había sido revelado. Fue dentro de ese contexto que Jesús pronunció la parábola de las vírgenes prudentes y de las insensatas.
La parábola es una figura de pueblo de Israel en la segunda venida del Mesías Yahshúa. La condición para entrar a ese banquete está condicionada por el nuevo nacimiento espiritual y no por ser descendientes de Abraham según el linaje. La parábola es una ilustración al pueblo de Israel en la segunda venida de Jesús no tiene nada que ver con la iglesia y con el arrebatamiento. Estas vírgenes no son la novia, son las acompañantes de la novia que es la iglesia. Sin embargo, la única aplicación que se puede hacer de esta parábola a la iglesia es vivir con prudencia en todo tiempo y la gran importancia de tener comunión personal con Dios para tener aceite verdadero.
La vida de Dios se comunica por medio de la comunión y relación personal, y el aceite es figura del Espíritu Santo para poder alumbrar con el testimonio y el servicio. Es una parábola para evitar el pecado de la hipocresía y del autoengaño de la religiosidad sin la presencia de Dios. La preparación espiritual no es algo que se deba descuidar para la última hora de la crisis escatológica (2 Timoteo 2:9). Cuando se produzca la segunda venida del Mesías Yahshúa, ya la iglesia ha sido arrebatada, y tampoco se debe confundir la cena de las bodas del Cordero con las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:6-9; 1 Tesalonicenses 4:16-17; 2 Tesalonicenses 2:6-8).
1) UNA GRAN BODA SE APROXIMA (v.1).
Deseo dejar bien claro que esta parábola tiene el fin de recalcar la necesidad de vivir una vida alerta, vigilante y de acopio. Eso quiere decir que Dios está en contra del estilo de vida imprudente, irreflexivo, descuidado, y negligente. El esposo aquí es Jesucristo (Efesios 5:27), las vírgenes son creyentes que esperan la venida del Señor (Apocalipsis 19:9). La ocupación es salir al encuentro, privilegio y deber (Tito 2:13). La condición para recibir al esposo, es tener las lámparas encendidas. La luz habla de testimonio y de servicio, el aceite es símbolo del espíritu Santo. La parábola de la diez vírgenes se debe interpretar en el contexto de la pregunta sobre el tiempo y las señales de la segunda venida y no del arrebatamiento de la iglesia (Mateo 24:3). Al finalizar Jesús la enseñanza recurrió a dar ilustraciones para que se comprendiera mejor no solamente los sucesos del futuro, sino también las lecciones espirituales y personales que tales circunstancias demandarán. Esta parábola fue extraída del contexto de las costumbres matrimoniales de los judíos en esa época. Las diez vírgenes tenían lámparas, pero la diferencia al final se nota en la falta del aceite en las insensatas. La insensatez, la necedad, y la fatuidad es la consecuencia de olvidar a Dios (Salmo 5:5; Proverbios 1:7; 14:16; Mateo 7:26; Salmo 14:1).
2) DOS GRUPOS QUE A LOS OJOS DE DIOS SON DIFERENTES (v.2-5).
Eso quiere decir que aún dentro del pueblo cristiano hay dos grupos, los prudentes (de pensamiento correcto) y los insensatos (falta de sabiduría). Externamente ambos grupos parecían iguales pero espiritualmente eran muy diferentes. El principio de la sabiduría es el temor de Dios (Proverbios 1:7). Se deduce que las vírgenes estúpidas no tenían temor de Dios (Proverbios 1:7; Salmo 25:14). Un creyente insensato profesa ser salvos por gracia pero carece del temor del Señor (Santiago 2:19), ya que constantemente se niegan a vivir en obediencia a la voluntad de Dios (Mateo 7:21-23). Pues decir y hacer son cosas muy distintas (Mateo 21:30), la gente hipócrita gusta ofrecer sacrificios en lugar de obediencia (Mateo 9:13; 1 Samuel 15:22; Salmo 51:17; Isaías 1:11; Oseas 6:6). Hay personas que tienen una gran reputación de ser creyentes, pero ante los ojos de Dios están muertos (Apocalipsis 3:1). Profesar ser hijo de Dios y continuar practicando el pecado es una ilusión y un gran engaño (2 Timoteo 2:19). La fe sin hechos bíblicos es inútil y no beneficia en nada. Santiago no va contra la fe genuina, sino contra la mera profesión estéril de una creencia intelectual sin hechos prácticos (Santiago 2:14- 26). Sin embargo, las pruebas examinan la fe y revelan su verdadera naturaleza. Es un llamado a velar y estar preparados, y no dejar que la falsa seguridad y la sensualidad anulen ese sentido de responsabilidad. Hay que vivir la vida actual con un enfoque eterno (Colosenses 3:1-4; 2 Corintios 4:18). La venida del Señor hará separación perpetua entre la cizaña y el trigo. ¿En dónde se ve la diferencia? Dicha diferencia se destaca en los asuntos esenciales que necesitaban para dicha ocasión. Las insensatas tuvieron aceite para lucir durante algún tiempo, pero no tenían reservas para seguir alimentando las lámparas en caso que el esposo se tardara. Tomaron lámparas pero descuidaron el aceite para el uso futuro, descuidaron su relación con Dios. La insensatez es quien no presta atención a las cosas espirituales conforme al pensamiento de Dios. La misión de una lámpara es alumbrar, pero el aceite es necesario para lograr tal propósito. Hay que tener aceite en la lámpara y en la vasija. Si falta el aceite, falta el amor, y por falta de amor no hay servicio ni testimonio. Fuegos artificiales que solo dejan humo y mal olor. Una lámpara sin aceite es pura apariencia nada más, apariencia de piedad negando la eficacia de ella (2 Timoteo 3:5). Ese será el carácter de los hombres en los postreros días. Gente que usan como pretexto la capa de la piedad religiosa para cubrir sus hipocresías. Una lámpara no tiene utilidad si los depósitos de aceite no están llenos. Nadie sabe el tiempo entre la espera del cortejo nupcial y el trayecto hasta el lugar de la celebración, hay que tomar provisión abundante de aceite. El sueño era el efecto de la larga espera en la noche, pero el Señor no reprocha el hecho que se hayan dormido, sino la falta de aceite en las lámparas. El letargo del cansancio es propio de la espera y también obra del espíritu del estupor.
3) EL GRITO DE LA MEDIANOCHE, UN LLAMADO PARA LOS PREPARADOS (v.6-9).
Es el llamado del cielo a los creyentes de ese tiempo para recibir al esposo. El anuncio de Su venida será a gritos para despertar a los que duermen (la apostasía, pestes, hambres, terremotos, persecución, falsos profetas, falsos cristos, la indiferencia, milagros falsos, eventos repentinos, fenómenos atmosféricos, mundanalidad, ignorancia, presunción, y la negligencia). El arreglo de las lámparas es sencillo, despabilar las mechas y revisar el nivel de aceite (v.7). Hasta aquí los dos grupos parecían iguales, se dan cuenta que les falta aceite (v.8). Las prudentes seguían alumbrando, y al arreglarlas alumbraban más. No obstante, las lámparas de las insensatas comenzaron a dar una luz vacilante, a chisporrotear y a apagarse. ¿Cuál era la fuente del problema? La causa era la falta de aceite, no había combustible, las mechas dejaban de alumbrar (v.8). La lámpara de los insensatos puede durar por un tiempo, pero al final se apagará. Las vírgenes prudentes no mostraron egoísmo sino previsión (v.9), pues la preparación no es transferible en el momento de la prueba. Nadie puede creer por otro, ni comer por otro, ni salvarse por otro, ni dar aceite a otro. La salvación exige una relación personal con el Salvador, no se puede transferir. Solamente el Espíritu Santo puede capacitar al creyente para una vida de testimonio, de servicio, y para el tiempo de las tribulaciones. La lámpara es figura del corazón que debe brillar con el carácter y la vida de Dios. El hipócrita despierta y abre sus ojos únicamente frente al fracaso, lámparas sin aceite, gente que brillan con una mecha nada más, una actividad que la carne no puede sostener frente a la realidad. Son personas que conocen de escatología y esperan la venida del Rey, pero no llenan los requisitos para ser admitidos a la boda. Son individuos que comenzaron en el Espíritu pero al final de la carrera terminaron en la carne (Gálatas 3:3). Cuando ese día llegue el creyente prudente no podrá ayudar a los insensatos de corazón (Isaías 55:1-3). La salvación no se puede comprar, el aceite (la presencia del Espíritu Santo) de Dios tampoco se puede comprar, y nadie puede complacer una ruego equivocado y fuera de tiempo.
4) EL RESULTADO DE LA LLEGADA DEL ESPOSO (v.10-12).
Mientras las insensatas iban a comprar aceite llego el esposo. Las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. La gracia tiene un tiempo, y es bueno recapitular la historia de Noé, al final Dios se encargó de cerrar la puerta (Génesis 7:16). La oportunidad se debe aprovechar mientras existe, y ahora todavía hay tiempo para prepararnos y esperar al Señor, en el arrebatamiento y en su segunda venida. La puerta cerrada marca una inclusión y una exclusión, aceptación y rechazo. Una puerta cerrada marca el fin de una oportunidad despreciada y desperdiciada. Con Dios los ruegos a fuera de tiempo no funcionan ni sirven para nada (Hebreos 12:16-17). La piedad religiosa de la justicia propia no sirve para entrar al reino de los Cielos (Oseas 6:4), es necesario el nuevo nacimiento para entrar al reino de Dios (Juan 3:1-15). Todos los esfuerzos para arreglar nuestra situación y condición delante de Dios deben hacerse ahora que hay tiempo y esperanza, pues cuando venga el esposo ya no habrá tiempo para tener una preparación espiritual. Una lámpara sin aceite expresa un interés superficial por las cosas divinas. El momento de la preparación es antes de su venida, después no habrá oportunidad. Dios Padre ya nos hizo esa invitación, este es el momento de prepararnos y dejar las excusas baratas. Porque ningún desconocido podrá entrar a las bodas (v.12). En toda invitación se exige la respuesta del hombre. Aunque la religión del mundo nos ofrezca combustible para brillar, es un aceite falso, pues delante de Dios es humo ofensivo, es un artificio carnal. La religión no puede darnos ese aceite, el aceite es la evidencia de la salvación mediante la fe en Cristo, y la obra vivificadora y santificadora que hace el Espíritu de Dios en el corazón del hombre. El aceite es la evidencia visible e invisible de la salvación, la religiosidad externa sin la presencia del Espíritu Santo es falsa. La persona que produce en el creyente la imagen moral de Jesús es el Espíritu Santo, sin él cualquier actividad religiosa es falsa, es actividad sin sustancia (Gálatas 5:22-23).
5) TODO CREYENTE ES EXHORTADO A VELAR EN ORACIÓN, Y SIEMPRE VIVIR PREPARADO (v.13).
Quien no se prepara no camina al encuentro del Esposo, sino al encuentro del Juez. Es un llamado a llenar de aceite la lámpara y hacer provisión extra. Que nadie viva una vida desprevenida, descuidada, indiferente, y superficial ante Dios. Nadie debería jugar con la eternidad, y mucho menos subestimar La relación con Dios aquí en la tierra. Hoy día las iglesias están llenas de profesantes nominales, gente que en teoría son hijos de Dios, pero en la práctica son hijos del diablo (Juan 8:44). La cizaña y el trigo por un tiempo se parecen mucho. No obstante, cuando llega el tiempo del fruto, la diferencia es comunal, el trigo con el fruto se doblega, la cizaña se mantiene erguida. No venga a pedir admisión para entrar en el reino de Dios cuando ya es demasiado tarde, pues lo casi cristianos no entrarán a ese banquete. Hay un tiempo oportuno para llamar, buscar, y tocar, pero mientras la puerta se encuentra abierta (Mateo 7:7-8).
CONCLUSIÓN:
El que es injusto que siga en su maldad, y el que es inmundo (impuro) siga en su impureza; pero el que ha sido justificado es bueno que practique la justicia, y que es santo busque la santificación. Hay que tomar en cuenta que la paciencia de nuestro Señor es para salvación, pero no es que Dios se tarda en cumplir su promesa, como algunos suponen, sino que no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9-15; 1 Juan 3:2-3). Las profecías con relación al arrebatamiento ya se cumplieron, es el próximo evento que la iglesia espera, la segunda venida es otro acontecimiento que sucederá después que la iglesia haya sido sacada de este mundo. El engaño a nivel mundial será una actividad demoniaca de las señales de la segunda venida de Jesús, eso no quiere decir que esa actividad no se produzca también antes del arrebatamiento de la iglesia. Dentro de esas señales estarán los falsos mesías, las guerras, el hambre, la muerte y la persecución de los verdaderos creyentes. Luego habla de Israel como la higuera, y que cuando su rama está tierna y brotan las hojas, hay que entender que el verano está cerca. De igual manera, la generación de la segunda venida de Jesucristo estará caracterizada como en los días de Noé, una generación depravada al extremo (Génesis 6:6-7) que no atendieron el mensaje de salvación (Isaías 22:12-13). La parábola de las vírgenes insensatas y prudentes es un llamado a despertar, a velar en oración, a vivir con prudencia y estar siempre preparados para la muerte y cualquier evento profético. La parábola de la diez vírgenes es lo que le acontecerá al pueblo de Israel en la segunda venida de Jesucristo.